Cineasta total, de mil vidas y de obra tan prolífica como proteiforme, encarnación de las contradicciones de un arte en permanente búsqueda, Jean-Luc Godard nos dejó el pasado 13 de Septiembre de 2022. El cineasta deja una carrera sembrada de obras maestras incomprendidas que lo han erigido en leyenda.
“Tu cine es una saturación de signos magníficos que deslumbran a la luz de su falta de explicación”. Esta frase de Manoel de Oliveira fue retomada por Jean-Luc Godard en dos de sus películas, For Ever Mozart e Histoire(s) du cinéma.

 

Podríamos detenernos aquí, ante la grandeza de su obra, podríamos considerar que esta no puede evocarse o resumirse sin hacer el ridículo o sin meter la pata. “Filósofo, científico, predicador, educador, periodista, -siempre amateur-, es hasta nuestros días último testigo y conciencia de lo que le sucede al cine”, – escribió Serge Daney en 1986, un año después de Je vous salue, Marie y Detective.
Veinte años más tarde, Olivier Assayas defiende de nuevo la dimensión totalizadora del artista: “Ante Godard nos hallamos como ante Picasso, ante el artista que atraviesa su época cargando con ella, impregnado de las contradiciones y del fulgor que le son propios, intentando todo, absorbiendo todo. Godard fue diferentes cineastas, tuvo varias vidas, algunas de forma simultánea. Estuvo dentro y fuera del cine, por encima y por debajo, continuamente preocupado por exprimirlo en todos los sentidos, por arrancarle al cine una verdad, un absoluto. Y el eco de este constante desgarro, a veces ininteligible, no ha cesado de llegar hasta nosotros.
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“En el cine no pensamos, somo pensados”
“Creo que el cine es extremadamente interesante, porque permite imprimir una expresión y, al mismo tiempo, expresar una impresión”.
“Sigo una regla: hacer lo que uno puede y no lo que quiere, hacer lo que uno quiere a partir de lo que puede, hacer lo que uno quiere a partir de lo que tiene, y de ningún modo soñar lo imposible.”

 

“El cine es el único que ha visto a la luz mostrarse allí donde hace falta, iluminar lo necesario, obviar lo que no lo es”

 

La combinación infinita de asociaciones de ideas e imágenes produce un vértigo tan fuerte como el deseo romántico de una luz que rasgue la noche, deseo que se intuye en el cineasta, y en las pistas que lo preservan. Los grandes cuadros abstractos pueden dibujar una figura inteligible, por fugaz que sea, algo similar a una revelación, lo que el filósofo Alain Badiou al hablar del “platonismo anárquico de Godard” describe como “un ascenso hacia la esencia, una justicia invisible de lo visible”.
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Fragmento del artículo Histoire du cinéma, de Didier Péron, publicado en el diario Libération, suplemento especial dedicado al cineasta, edición del miércoles 14 de septiembre de 2022.
Traducción y adaptación ©filmtropista
Fotografía: ©Richard Dumas para Libération