El «efecto televisión»: el horror y lo obsceno

 
Lo obsceno ha sustituido el sentimiento del horror como experiencia del mundo. El horror podía pensarse, era criticable desde un “territorio del hombre”, pero se ha desvanecido junto con el sentido del pasado y de lo posible.
tristeza, cólera. Hasta hace poco tiempo, creíamos que se trataba de una excepción en el espacio, en el tiempo, se buscaba la causa y el remedio. Pero cambió de naturaleza desde el momento en que el horror, lejano para los otros, se convirtió en el condimento del plato del día periodístico, en el espectáculo de la rareza, de la miseria, del sufrimiento como garantía de la riqueza y de la seguridad.
Lo obsceno es un velo que ya no esconde nada, y el terror es su tejido: la existencia de un mundo de supervivientes en suspenso, la entrada en el “modo de destrucción” según el filósofo Paul Virilio, la preparación de una guerra de velocidad por la que todo es sacrificado, -prodigioso despliegue de material, máquina fría, sin pasión ni objetivo, ni heroísmo, que no permitirá vencedor alguno-.
Fue necesario un inmenso trabajo crítico para comprender la cosificación generalizada, ninguno de nosotros ignora que hemos entrado en un desierto superpoblado en el que los vivos no se diferencian de los muertos.
(…) No hay espacio para la caída, no hay tiempo para la melancolía, lo obsceno no es el olvido del ser sino aquello que existe sin deseo ni nostalgia. Es la imposibilidad de encontrar el vacío.
(…)No es tanto la ausencia de sentido como el impudor de la falta de sentido exhibido como plenitud, una pseudo-positividad que ignora origen e utopía, y convierte en obsoleta cualquier veleidad de pensamiento que se origina en el no ser.
La obscenidad era desafiante, denigrante, recreadora de formas preestablecidas, blasfema, pero hasta la obscenidad se ha convertido en algo obsceno, la presencia tautológica de una realidad más que real, definitiva, insistente, a todo color, lúgubre espectáculo continuo de lo siempre nuevo e idéntico, la presencia inmediata de lo que carece de ser y se da por ser, el “efecto televisión”.

 

 

 

 

 

una cierta tendencia del cine documental

por Jean-louis comolli (in memoriam)


el cine documental quería ser el fruto de un artesanado enfurecido, al margen del mercado. Las televisiones, principales fuentes de financiación, no quieren saber nada de esa libertad de formas, imponen normas (comentarios redundantes y montajes acelerados) que dan como resultado la difusión de películas estériles, y otras que aspiran a serlo. Se impone una cierta tendencia al conformismo.: habría que conformarse, y al mismo tiempo, dar el cambiazo, haciéndolo pasar por algo novedoso.
En los años ochenta renuncié al cine de ficción por la libertad del documental: en este, la palabra filmada muestra su fuerza y belleza, los cuerpos filmados, todos ellos, adquieren una dignidad de la que se burlan los servidores del mercado.

 

 

 

Jean painlevé

Tras la magnífica exposición que le consagró el año pasado el Jeu de Paume de París, volvemos a meter «los pies en el agua» para recordar al cineasta Jean Painlevé y a su compañera, Geneviêve Hamon.
Pioneros de un cine científico impregnado de poesía, el uiverso mostrado por Painlevé se transforma en un lugar próximo y accesible a la comprensión humana, ya sea este el mundo submarino, el espacio exterior o la vida de las plantas
En imagen, portada del catálogo en francés editado con motivo de la citada exposición.
 Más sobre Jean Painlevé cineasta en la web  de la productora que fundó,  Les documents cinématographiques.

 

Pedro costa

LOS CUARTOS del cineasta,

          por Jacques rancière


Lo que en mi opinión es políticamente relevante en las películas de Pedro Costa es el modo en el que otorga una nueva visibilidad a los lugares considerados oscuros de la sociedad, – los lugares de la miseria, del desarrollo, de peligrosidad social-, así como a los cuerpos que habitan dichos lugares, y las posibilidades que conllevan los mismos.
 
sigue el texto sobre el cineasta